Del amor podemos decir que es un sentimiento universal, y, sin embargo, cada ser humano lo expresa de manera particular. Ha sido así en la escena del arte. La representación de este sentir ha abierto paso a innumerables obras que capturan de manera diversa su naturaleza.
Y si hablamos del amor en el arte nos es difícil no mencionar a Félix González-Torres y su trabajo. Artista latino, cubano-americano, gay y enamorado, quien nos desafía intelectualmente, aún después de su muerte. De su idea de la vida como un tiempo que acaba cuando se interrumpe su sincronización con la persona que amas.
La homosexualidad abierta de González-Torres fue muy importante para su desarrollo creativo. Sin embargo, como él mismo dijo en una entrevista, su arte no es arte gay sino arte que habla del amor por un hombre.
Su pareja, Ross Laycock, fue su inspiración. Una de sus piezas mejor reconocidas, Untitled (Perfect Lovers) (1991), consta de dos relojes idénticos sincronizados para marcar el mismo tiempo, pero al hacerlo reitera el hecho de que estos dos relojes eventualmente se desincronizarán, yendo en direcciones diferentes. Incluso en nuestras uniones más perfectas, será imposible evitar la fuerza del tiempo simple pero innegable.
Así como los relojes, encontramos objetos mundanos en otras piezas como pilas de papel, cuerdas de bombillas y dulces envueltos para hacer activismo contra la epidemia del SIDA, de sus implicaciones políticas y sociales, de la que él mismo se convirtió víctima.
En Culto somos abanderados del amor, la libertad de expresión y el arte como una poderosa herramienta de comunicación y el mes del pride no es la excepción. ¡Pide ya nuestro catálogo con los recomendados del mes!
